Un movimiento maya para revitalizar el sureste de México
La línea turística conectará Cancún con Palenque. Esta política de construcción a gran escala estimulará la economía, pero también preocupa a la región.
Una línea ferroviaria de más de 1.500 kilómetros de longitud que atravesará cinco estados, incluidos numerosos tramos selváticos: este es el gran proyecto que Andrés Manuel López Obrador lanzó oficialmente el domingo. El presidente mexicano, que asumió el cargo el 1 de diciembre, quiere seguir una política de medidas amplias para reactivar la economía del país. Este megaproyecto, previsto a lo largo de cuatro años, costará entre 6.000 y 8.000 millones de francos y se basa en una inversión mixta entre el Estado, basada en una tasa turística, y empresas privadas.
El Tren Maya conecta los sitios arqueológicos más importantes del sureste del país como Tulum, Chichén Itzá, Calakmul, Palenque… nombres que juegan un papel en el patrimonio de la cultura maya. Sin embargo, esta región del sureste del país sigue estando muy aislada. Aunque 10 millones de turistas llegan cada año a Cancún para disfrutar de las playas de la Riviera Maya, muy pocos se aventuran en las profundidades de la selva, que sin embargo esconde tesoros arqueológicos y una rica naturaleza. El gobierno espera traer camiones llenos de turistas (tres millones) a la región dentro de 10 años y estimular el desarrollo asociado con la creación de empresas y miles de empleos. Al aprobar el proyecto, el gobierno prometió que la ruta beneficiaría directamente a la población, ya que en esta ruta circular que conectaría quince ciudades también circularían trenes locales y convoyes de mercancías.
tierras santas
El domingo, Andrés Manuel López Obrador se preparó para la inauguración oficial de la obra. En Palenque, estado de Chiapas, el presidente participó en una ceremonia maya donde pidió permiso a la Madre Tierra para construir el tren. Ofrendas y bailes acompañaron la celebración.
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Aunque las perspectivas de desarrollo en la región son bien recibidas, el proyecto sigue siendo motivo de preocupación. En San Cristóbal de Las Casas, capital de Chiapas, el mismo domingo, unos 300 representantes de comunidades indígenas se reunieron para celebrar la sacralidad de su tierra y enviar algunos mensajes al gobierno: “No estamos en contra de la construcción del Tren Maya. pero queremos que se consulte a los pueblos indígenas sobre el proyecto”, explicó uno de sus representantes.
Las preocupaciones se relacionan particularmente con los bosques húmedos, las áreas sagradas y los lugares de recursos vitales para las comunidades indígenas que ahora están en riesgo debido a los proyectos de desarrollo. La ruta también pasa por reservas naturales y los ambientalistas están especialmente preocupados por el impacto sobre la vida silvestre. Una de las zonas afectadas, la Reserva de Calakmul, alberga a la mayoría de los aproximadamente 4.800 jaguares que aún viven en el país.
El gobierno ha prometido que la protección del medio ambiente será el centro del proyecto. “No es un capricho, no es algo impuesto. “No se talará ni un solo árbol”, dijo el domingo el presidente mexicano, enfatizando que la ruta se construirá principalmente sobre rutas existentes pero ahora obsoletas.
En general, algunos mexicanos se preguntan si el Estado realmente tendrá los medios para financiar este megaproyecto sin aumentar los impuestos. En cualquier caso, ésta fue una de las promesas de Andrés Manuel López Obrador durante la campaña electoral.
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