Si la tendencia continúa, habrá más personas obesas en México que en Estados Unidos en 2018. Según la Organización Mundial de la Salud, el país ya es el número 1 del mundo en obesidad infantil. Nuestro empleado visitó una escuela secundaria donde a los jóvenes se les permite atiborrarse de golosinas durante el recreo, pero no se les permite jugar al fútbol.
Casi 850 estudiantes de entre 12 y 15 años llenan el patio de recreo de la escuela secundaria Cinco de Mayo en un barrio al sur de la Ciudad de México. Todo el mundo conoce las estadísticas sobre obesidad recientemente anunciadas: “Sí, lo sabemos con seguridad: ¡somos los niños más gordos del mundo!”, ríe un grupo de jóvenes cuyas expresiones faciales oscilan entre la risa y el enfado.
“Pero mira: no nos venden comida de verdad”, dicen, señalando la pequeña tienda en el recinto de la escuela. Allí, unos cincuenta estudiantes toman barras de chocolate, patatas fritas y cajas de zumo fluorescente.
Alejandra, de 14 años, acaba de comprar una bolsa de palomitas de maíz. Ella encontró que eso era “más saludable”. “Estoy a dieta”, dice esta joven que tiene un ligero sobrepeso, un ligero sobrepeso en comparación con el exceso de peso de muchas de sus amigas.
Fútbol prohibido
Mientras los estudiantes regresan a las aulas cargados de galletas y maní, Julio y Víctor, de 15 años, se detienen y expresan su confusión: “Es contradictorio. “Nos dicen que comamos sano y hagamos ejercicio, pero solo nos ofrecen alimentos poco saludables y nos impiden jugar fútbol en el patio porque es un lugar desordenado”. demasiado pequeño.
Prohibir la venta de alimentos industriales grasos y azucarados en las escuelas e introducir media hora de actividad física al día: este es el núcleo de la reforma que los parlamentarios mexicanos aprobaron a mediados de abril.
El impulso de los legisladores se produce tras la publicación de estadísticas alarmantes en los últimos meses: el 70% de los adultos mexicanos y el 31% de los niños de 5 a 17 años tienen sobrepeso y, en menor medida, obesidad.
Cierta fatalidad
Se espera que México supere a Estados Unidos como el país más obeso del mundo en 2018. Mientras tanto, la propagación de las enfermedades cardiovasculares, la hipertensión arterial y la diabetes está provocando el colapso del sistema sanitario.
“Culpamos a las escuelas, pero en realidad hay toda una cultura de comida chatarra en México que se perpetúa dentro de las familias”, afirma Gilberto Espinosa, director de la escuela Cinco de Mayo.
Además, parece haber una conexión entre pobreza y obesidad: en las zonas de bajos ingresos tenemos más fácil acceso a productos poco nutritivos pero ricos en calorías. “Hemos descubierto, por ejemplo, que los beneficiarios de asistencia social, los más pobres entre los pobres, sufren desnutrición y obesidad porque gastan sus escasas asignaciones en comprar alimentos industriales ricos en nutrientes y refrescos azucarados”, explica Alejandro Calvillo, presidente de la Asociación de Consumidores El Poder del Consumidor.
Finalmente, la epidemia de obesidad en las filas de la policía mexicana está afectando la efectividad de los agentes, en un país donde la inseguridad es una preocupación y donde la aplicación de la ley debería jugar un papel fundamental. En la Ciudad de México, 7 de cada 10 policías tienen sobrepeso.
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