HISTORIA – Tras una apelación de un grupo de derechos de los animales, la corte mexicana ha prohibido los espectáculos taurinos hasta nuevo aviso.
Ciudad de México
La arena es modesta pero llena. Este domingo de julio, más de 600 personas abarrotaron las pequeñas gradas de San Pedro Xalostoc, a unos treinta kilómetros de Ciudad de México, para presenciar la primera corrida de toros desde la pandemia. El primer toro entra en la arena, aturdido y nervioso. Se precipita hacia uno de los seis toreros, que huye detrás de una empalizada. Sentado en un caballo, otro clava un pico en la columna vertebral del animal.
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Entonces comienza el duelo entre el animal y el torero Manolo Mejía. Entre aplausos, el hombre de 57 años lo hace bailar con su “Capote”, el capote de torero. Hay que burlar la vigilancia del animal para empujar las banderillas, esos palos que terminan en arpón. Después de veinte minutos, el coloso exhausto se derrumba. El impacto le llega con júbilo. El hombre ganó.
“Darles un trato digno”
Hay muchas familias en la audiencia, incluidos niños pequeños. A Kevin, de 6 años, le encanta. “que el toro se enfada cuando le meten las banderillas”. samantha…
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