Tangui y paulina han viajado mucho por América del Sur. En lugar de traer recetas tradicionales, se subieron a un taburete y observaron desde un poco más arriba. De hecho, su cocina es un paisaje imaginario que recuerda a América Latina. Para almorzar, por ejemplo, un ceviche de trucha alpina, un pescado más conocido del lago Lemán que del Amazonas, bañado en leche de tigre con dashi (caldo japonés de algas secas), lima y cilantro. Leche de tigre o leche de tigre en comparación con su capacidad de picar con pimienta, hasta donde sabemos no hay tigre en el Perú, es básicamente un adobo. Ella se convirtió en gelatina. Todo se cubre con una fina rodaja de rábano negro translúcido, cubierto con chucrut a la amy vino semillas germinadas. Sabroso incluso cuando el tigre está atado. Estaríamos más al nivel del gatito juguetón. La otra entrada es más estacional que un viaje al Templo del Sol. Ella juega alcachofa de Jerusalén y champiñones. La verdura está disponible en muselina, pétalos secos y en trozos cocidos en café, el hongo se asa. Un café gourmet en versión salada. También hubo “Tacos de Nicaragua” ese día. Lo que se supone que es comida callejera alegre y comida con las manos (no sabemos muy bien cómo imitar el acento, pero tenemos que imaginarnos “ola muchachos, tengo hambre”, sin sombreros, sería más en México) lleva la coacciones bien del plato, el cuchillo y el tenedor.
Inmigración japonesa a la cocina peruana
La carne que “llena” (plana en realidad) el panqueque es un filete de falda ahumado. Y luego Paulina suelta los caballos: estragón, cilantro, verbena, orégano, crema de perejil se estrellan sobre los techos de Managua. No debemos olvidar que la inmigración japonesa influyó en la cocina peruana, de ahí el lógico arroz meloso con langostinos nikkei o, en el menú de la cena, una leche de tigre con yuzu acompañada de pescados y mariscos. Mango, leche de coco, quinua, choclo de grano grande que ya cocinaban los incas, camote, nuggets de pollo y leche condensada (sí, es fundamental para hacer pastel de tres leches) visten la idea de que no te hace falta en un poncho para aderezar la cocina sudamericana contemporánea con cebollitas (preferentemente rojas). Cualquiera que abusó de la Nochebuena en salsa ha venido al lugar correcto para comenzar el nuevo año con plumas bajo los pies.
picaflores. Calle Profesor Grignard 41, Lyon 7. Abierto de lunes a viernes desde el mediodía hasta la medianoche. Sábado a partir de las 19 h Domingo cerrado. 04 27 78 24 88. Fórmula (almuerzo): 19 euros. Menú: Almuerzo (22 euros) Ceviche de berberechos, leche de tigre maracuyá: 12 euros, panceta, chicharrón, puré de boniato, salsa criolla: 21 euros. Postre: 6 euros etc. Botella de Fuzion Malbec (Argentina): 27 euros.
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