Al entrar al abarrotado anfiteatro del Instituto Politécnico Nacional de México, una de las instituciones públicas más prestigiosas de México, el 8 de abril, Claudia Sheinbaum parece estar en casa. En su discurso, el director del lugar, Arturo Reyes Sandoval, recordó que aquí la madre de la invitada de hoy, Annie Pardo, enseñaba biología. Luego se dirige al candidato presidencial: “Eres la primera mujer doctora en ingeniería eléctrica en México y miembro de la Academia de Ciencias. Tener un presidente científico sería una ventaja innegable para nuestra nación. »
Claudia Sheinbaum, con el pelo todavía impecablemente recogido con una goma elástica, sonríe, le agradece, lo besa y toma algunas notas antes de lanzarse a su propio discurso. Una sonrisa genuina aparece en su rostro cuando un estudiante dice por el micrófono: “Hoy las mexicanas ya no soñamos con ser princesas, sino con ser presidentas. »
Ahora todos entienden que Claudia Sheinbaum, de 61 años, ganará las elecciones del 2 de junio (la votación también renovará el Congreso, la alcaldía y nueve gubernaturas). Es la heredera de Andrés Manuel López Obrador, conocido como “AMLO” –ese presidente de izquierda que cada mañana ofrece una larga rueda de prensa en la que no rehuye denigrar a sus oponentes–, que pone fin a su sexenio. Años con más del 60% de popularidad.
Una elección histórica
La exalcaldesa de Ciudad de México está más de veinte puntos por delante de su principal rival, la senadora de derecha Xóchitl Gálvez, en las encuestas. Por lo tanto, faltó tensión en esta campaña electoral, que no es menos histórica: es la primera vez en el país que dos candidatos compiten entre sí en una elección presidencial. Sobre todo porque ambos se han explicado. “Feministas” y que la cuestión de los derechos de las mujeres ocupó gran parte de la campaña. Las mujeres mexicanas e incluso los hombres mexicanos se sienten un poco orgullosos cuando dos hombres más al norte, en Estados Unidos, se preparan para enfrentarse.
“Claudia”, como la llaman todos, ilumina los ojos de quienes asisten a sus reuniones.. “Esperamos mucho de ella, eso es seguro, tal vez demasiado, pero simplemente vivir este momento te pone la piel de gallina”. ríe Anabel, una morena baja y de mirada traviesa que acudió a su primer mitin político en los suburbios pobres de la Ciudad de México con dos amigas de la secundaria. Estas chicas de 17 años no dudan en honrar este momento histórico: “Gracias a todos nosotros, Claudia también está aquí. »
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