Cómo encajan las demostraciones científicas en la cultura del entretenimiento

q¿Qué es más científico que una demostración? Desde Aristóteles, la demostración es una especie de silogismo, un cierto tipo de razonamiento que produce un cierto tipo de conocimiento que llamamos epistémico. A partir de la Edad Media árabe, este estado epistémico se caracterizará por la certeza, en contraste con el carácter más incierto de la opinión. Pero no todo argumento es una demostración científica.

Para ser válida, una prueba requiere tanto la verdad de las premisas como la que debe ser universal, y la necesidad de una conclusión. Pero la demostración también complementa el concepto de prueba con el de prueba, que no es simplemente un requisito deductivo, sino un cierto estado cognitivo en el que la prueba aparece como transparente, estado que a menudo se traduce visualmente por el establecimiento de la prueba, como en demostraciones matemáticas desde la representación axiomática euclidiana.

Por tanto, los historiadores de la ciencia han intentado comprender la publicación pública de la ciencia moderna entre los siglos XVII y XVII.mi y el 19mi Siglo. Desde el teatro de experimentos hasta los espectáculos científicos, no sólo persiguieron la difusión de las prácticas experimentales fuera de los laboratorios y las universidades, sino que también identificaron el papel de un público activo para garantizar el buen desarrollo del experimento contra posibles fraudes.

¿Qué pasa hoy, cuando la ciencia y la tecnología son omnipresentes en las sociedades democráticas? en su libro La sociedad de demostración (Le Croquant, 2019), el sociólogo e historiador Claude Rosental se propuso examinar las prácticas de demostración en toda su diversidad y mostrar cómo representan tanto instrumentos de persuasión para obtener evidencia científica como instrumentos de publicidad comercial.

La importancia de la repetición.

Claude Rosental retoma la obra del sociólogo Erving Goffman, que propone un enfoque dramatúrgico de las manifestaciones públicas limitado a prácticas “utilitarias”, y explica en detalle los procesos que hacen posibles estas manifestaciones, examinando no sólo los guiones que se utilizan en la preparación y el equipamiento. en cuenta, sino también los “arsenales demostrativos”. Al observar las “demostraciones” de alta tecnología en el MIT o en los Tech Days de Microsoft en 2015, el libro ilumina la dinámica colectiva de la audiencia, a veces espectadora, a veces testigo. Integradas en el horizonte de una sociedad del espectáculo, estas producciones intentan conquistar a un público heterogéneo en el sentido de una cultura del entretenimiento a través del “trabajo emocional” e ir más allá de la mera presentación de resultados científicos y desembocar en la definición de competencia profesional.

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Emiliano Badilla

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