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La campaña electoral federal del 2 de junio es ya la más violenta jamás registrada en el país. Los candidatos a alcaldes o representantes locales fueron asesinados, todos los partidos juntos. Ataques que simbolizan la presencia del crimen organizado en la vida política.
Dejaron sus chalecos activistas de color burdeos durante casi un mes. Sin moral, sin coraje para volver al campo. Entonces Selene Hernández y Laura Benítez, dos candidatas a cargos electos locales, decidieron sacarlos a relucir. “Al principio no fue fácil volver a ponérmelos” Selene admite. El nombre de Gisela Gaytán está bordado en blanco en el pecho. Después del asesinato de este candidato a la alcaldía de Celaya el 1 de abril, tuvimos que contenernos. Luego se encontraron entre colegas, entre amigos. “Es cierto que tenemos miedo, pero la campaña electoral debe continuar” continúa Laura.
Miguel Villanueva la invitó a salir a la terraza sombreada de su casa. En el calor abrasador de las tierras altas centrales de México (35°C a la sombra), saca una botella de Coca-Cola que le salva la vida. Los tres activistas, de entre 26 y 39 años, se presentan nuevamente como funcionarios electos locales en la ciudad de 520.000 habitantes, pero en la lista de un nuevo candidato, Juan Miguel Ramírez. “Lo hacemos por nuestros valores y también lo hacemos específicamente por “Gis”” susurra Laura, la mejor amiga de quien más le gusta gobernar una de las ciudades más peligrosas del país.
Un mes antes, Gisela Gaytán acababa de iniciar su campaña electoral bajo los colores de Morena (izquierda,
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