Es un choque titánico que tendrá lugar en la indiferencia casi universal de los países extranjeros… ¡Qué pena! En los próximos días, se espera que el Senado de México complete la adopción de una reforma tramada por el presidente Andrés Manuel López Obrador para minimizar el Instituto Nacional Electoral (INE), el organismo independiente encargado de supervisar las elecciones. El “Plan B”, como también se le conoce, se perfila ya como la reforma electoral más controvertida de la historia del país. Está prevista una gran manifestación de apoyo al INE para el 26 de febrero y aumentan los recursos ante el Tribunal Supremo. ¿Llamadas? Nada menos que el futuro de la incipiente democracia mexicana que fue arrebatada al gobierno indiscutible del Partido Revolucionario Institucional (PRI) hace menos de un cuarto de siglo.
Para entender este punto de inflexión histórico, tenemos que retroceder un poco, a 2006. Ese año, el candidato “AMLO”, como todos lo llaman, se negó a aceptar perder en las urnas en las elecciones presidenciales a su rival Felipe Calderón. La votación se realizó regularmente, pero el candidato de la izquierda no se mueve: hubo trampa, hay que contar los votos. Y llama a sus seguidores a salir a la calle. ¿Eso te recuerda a algo? Catorce años antes de Donald Trump, un candidato presidencial perdedor está tratando de invalidar el resultado de las elecciones.
“Es interesante ver que Trump y López Obrador eran bastante opuestos
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