SEVILLA: Durante siglos, los negros, esclavizados o liberados, han participado en las procesiones de Semana Santa en Sevilla. Un pasado poco conocido que aún hoy reivindica la cofradía más antigua de todas las activas en la “capital” de la Semana Santa española.
Esta cofradía, denominada oficialmente “Cofradía del Santísimo Cristo de la Fundación y de Nuestra Señora de los Ángeles”, es una de las 70 que participan en las espectaculares procesiones de Semana Santa para conmemorar la pasión, muerte y resurrección de Cristo en las Calles de Sevilla, Andalucía (sur).
Su peculiaridad es que desde su fundación a finales del siglo XIV hasta el momento en que comenzó a acoger blancos en el siglo XIX, estuvo formada únicamente por negros, que luego fueron desterrados de las demás cofradías, recuerda Isidoro Moreno, profesor emérito de Antropólogo por la Universidad de Sevilla y autor del libro “La Vieja Hermandad Negra de Sevilla”.
Según el antropólogo, fue esta historia la que llevó a la Hermandad a darse el nombre de “Cofradía de los Negritos” (literalmente “Negritos” en español) en el siglo XVIII, nombre utilizado hasta ese momento, a pesar de la connotación despectiva. de esa palabra para las clases dominantes y la jerarquía de la Iglesia.
– “Gran orgullo” –
Como símbolo de este pasado, muy ligado al de la ciudad, se alza la Capilla de Nuestra Señora de los Ángeles en un solar que pertenece a la Cofradía desde 1550. Las imágenes de dos santos negros, el italiano Benito de Palermo y el peruano Martín de Porres ocupan un asiento de su elección.
Desde esta humilde iglesia, como todos los jueves por la tarde, los miembros de la Hermandad llevaron a la Catedral de Sevilla estatuas de Cristos y Vírgenes sobre pasos decorados con los rostros de las santas africanas Elesban e Ifigenia.
Entre estos “costaleros”, como se llama a las personas que cargan estas pesadas plataformas sobre la cabeza y los hombros, se encontraba Raúl de Lemos, un estudiante sevillano de 19 años y ahora uno de los pocos miembros negros de la Hermandad.
Pertenecer a esta cofradía “me parece una especie de recuerdo del pasado”, dijo a la AFPTV este joven barbudo, alto y delgado, durante uno de los muchos y cuidadosos ensayos que preceden al desfile del Jueves Santo.
Para Alfredo Montilla, miembro de la junta, “el gran orgullo de la Fraternidad, que naturalmente reclamamos como propia”, es su historia. Se dice que son “los herederos de estos negros que han luchado tan duro para mantener viva la Hermandad a lo largo de los siglos”, explica.
Porque el hecho de que durante siglos sus miembros provinieran de los estratos más pobres de la sociedad hizo que estuviera “controlada por la archidiócesis incluso más que las otras cofradías porque era potencialmente peligrosa”, subraya Isidoro Moreno.
– Protegido por una bula papal –
La Hermandad tiene su origen en un refugio fundado por el entonces arzobispo de Sevilla, Gonzalo de Mena, a finales del siglo XIV para los esclavos abandonados por sus dueños por vejez o enfermedad.
Entonces, prosigue el señor Moreno, se formó una cofradía para los esclavos que presentaban “autorización” en buena y debida forma de sus dueños, y también para los esclavos que eran puestos en libertad porque podían comprar su libertad o porque sus dueños habían muerto.
Sevilla era entonces uno de los principales centros del comercio de esclavos entre el golfo de Guinea y España.
Tanto es así que en los siglos XVI y XVII los negros constituían alrededor del 12% de la población de la ciudad. Un importante peso demográfico que despertó el recelo de las clases dominantes y casi lleva a la desaparición de la Hermandad.
En la tarde del Jueves Santo de 1604, hubo una disputa entre la cofradía y miembros de una cofradía noble, en la que varios resultaron heridos. En represalia, varios negros fueron azotados y se prohibió a la Hermandad participar en las procesiones de Semana Santa, recuerda Moreno.
La Hermandad se salva finalmente de la desaparición por una bula del Papa Urbano VIII, que confirma su existencia en 1625 y sirve para protegerla.
En el siglo XIX, a medida que disminuía la población negra de Sevilla, la Hermandad abrió sus puertas a los blancos y se transformó gradualmente en una organización vecinal que acogía a las personas que vivían cerca de las antiguas puertas de las murallas de Sevilla.
Como hoy María Ángeles Contreras, que desde hace veinte años tiene el encargo de adornar la imagen de la Virgen María antes del inicio de la procesión. “Llevo 50 años trabajando en la Fraternidad”, explica orgulloso este septuagenario sevillano.
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