Ajuste de cuentas con españoles y franceses: el Carnaval de Tlaxcala en el centro de México se destaca entre cientos de otros al encender un espíritu de venganza contra las fuerzas externas del pasado cada año.
A fines de febrero, hombres con máscaras “caucásicas” (piel clara, ojos azules, barbas bien recortadas) bailaron y marcharon en los pueblos y la capital del mismo nombre en el más pequeño de los 32 estados de México (incluida la Ciudad de México). 120 km al este de la capital.
Talladas en madera, estas máscaras (“huehue” o “Catrin”) imitan el estilo de los preciosos dandis prestados a los invasores que cruzan el Atlántico.
En sus brazos, mujeres vestidas a la europea -vestidos y sombreros- parecen burlarse del esnobismo de las parisinas (“Qué elegancia, Francia” es una especie de proverbio irónico en México).
“La gente de Tlaxcala se ríe de los invasores. Sus maneras y costumbres eran muy femeninas”, dice un guía turístico, Eduardo Cuautle Xochitemotl, debajo de un mural de 450 metros cuadrados que representa la historia local.
El derrocamiento del orden social específico del carnaval se dirigió primero contra los terratenientes españoles del siglo XVII, luego contra el estilo burgués francés que dominaba en las élites del México independiente a fines del siglo XIX.
“Cuando nos conquistaron, las grandes haciendas organizaban fiestas grandiosas con música y bailes a los que no teníamos acceso los locales”, dice el bailarín Carlos Gómez Vázquez.
En 1629, Madrid también quiso “frenar” los excesos del carnaval y “la destrucción de la propiedad española”, según el líder de Tlaxcala, ciudad que también alberga un museo de arte moderno y un monasterio franciscano.
“En el siglo XIX, la gente se reía del estilo francés adoptado por el gobierno de (Porfirio) Díaz”, agrega la guía.
Porfirio Díaz estuvo en el poder por más de treinta años hasta 1910, impulsando el primer desarrollo económico de México con capital extranjero y un ministro de Hacienda de origen francés, José-Yves Limantour.
Bajo el “Porfiriato”, México se pobló de casas de estilo parisino y hasta villas privadas, que hoy conforman el encanto de las céntricas colonias de la Roma-Condesa y la alegría del creciente número de residentes extranjeros.
Con el tiempo, las máscaras y los bailes del Carnaval de Tlaxcala han unido “dos culturas, la mexicana y la francesa”, explica un escultor de máscaras, Ricardo Molina Sarmiento, quien habla de “sincretismo”.
“Ahora es una tradición burlarse de los políticos de nuestro tiempo”, dijo el líder tlaxcalteca.
Se sabe que el pueblo de Tlaxcala apoyó al conquistador español Hernán Cortés en su conquista de México-Tenochtitlan en 1521.
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