No tienen evidencia de vida de mineros bajo tierra desde el 3 de agosto. Las autoridades nunca mencionaron su muerte y dicen que continúan realizando operaciones de rescate incluso cuando el desenlace fatal parece inevitable.
“Estamos desesperados. No sabemos qué hacer. Eso no lo podemos aceptar”, dijo a la AFP Juani Cabriales, hermana de uno de los mineros atrapados bajo tierra en la mina El Pinabete, en el estado de Coahuila.
“Esperábamos que durara un mes. Ha pasado casi un año, no es posible. Tiene que haber otras soluciones”, agregó Guadalupe Cabriales, también hermana de un minero desaparecido.
Las familias acababan de conocer a la jefa de protección civil, Laura Velázquez, quien les explicó la estrategia de las autoridades.
La mina se inundó durante los trabajos de excavación, lo que provocó la entrada de agua acumulada en una mina cercana.
Cinco trabajadores lograron escapar y diez estaban desaparecidos.
El plan original era bombear agua a la mina para permitir el acceso de buzos y rescatistas. Pero después de varios días de esfuerzo, el nivel aumentó repentinamente.
El gobierno mexicano ha pedido a empresas estadounidenses y alemanas que ayuden con los esfuerzos de socorro.
El estado de Coahuila suministra casi todo el carbón de México, en su mayoría en condiciones de seguridad muy precarias para los mineros.
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