Retrato: Thimothé Heck, cetrero, una profesión rara y milenaria

En la orilla del lago de Auzas, tres rapaces se posan, sabiamente alineadas, sobre sus soportes, a la sombra de fresnos y sauces. La cabeza encapuchada de un gorro de cuero, un águila mejicana con plumaje marrón-negro, parece anticiparse a los movimientos de los espectadores a su alrededor. A unos metros de distancia, un búho siberiano con cresta gigante pone los ojos anaranjados en blanco como si la luz lo hubiera cegado. El tercer amigo, más pequeño que una paloma, es un joven mestizo de la familia de los halcones, el más rápido del mundo. Las águilas y los halcones se encuentran entre las aves de alto vuelo, alcanzan los 3000 a 6000 m de altura para abalanzarse sobre sus presas a casi 400 km/h. Junto a ellos, Timothé Heck, un joven cetrero de 22 años, vigila a sus protegidos. Su antebrazo izquierdo está cubierto con un guante de cuero resistente, en el que a su vez se lanza en picado a sus pájaros, atraídos por un trozo de carne que les ofrece.

Una profesión desde el fondo de los tiempos

Thimothé explica las extraordinarias habilidades de estos elegantes y veloces depredadores, cuyo uso por parte del hombre para la caza se remonta a casi 5000 años. Las aves rapaces se encuentran entre las tres principales especies animales domesticadas por humanos, junto con el ganado y los lobos. La cetrería es Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO. Proveniente del Lejano Oriente, India y los países de Europa Central, la caza al robo se introdujo en Francia en la antigüedad y alcanzó su apogeo en la Edad Media. Nobles y reyes la practicaban y estrictas normas regían esta caza, emblema de prestigio. Hoy en día, los halconeros son raros en Francia, solo hay 300 de ellos, incluidos unos treinta en Occitania.

Un trabajo sin escuela

Thimoté vive en Lussan-Adeilhac y fue entrenado hace 5 años en Huos por Jean-Paul Lardos, un maestro cetrero experimentado, ya que no hay escuela para aprender esta profesión tradicional, difícil y exigente. Posee 6 rapaces, todas criadas porque la ley protege a todas las especies silvestres. Está prohibido desenterrarlas, atraparlas, tomar sus huevos y ciertamente venderlas vivas o muertas. Al final de un curso de formación de 3 años, el estado emite un certificado de competencia. “Después de visitar a Jean-Paul Lardos, conocí y me enamoré de las aves rapaces y decidí aceptar este trabajo. Licenciado en comercio internacional, dejó su camino para vivir su pasión. Como la profesión no alimenta a su marido, también es agente inmobiliario.

Las múltiples facetas de la profesión.

Thimothé Heck participa en rodajes de películas con sus pájaros, que ha nacido, criado y entrenado. Hace relaciones públicas y pasantías. Municipios y particulares lo contratan para ahuyentar palomas o estorninos. Los halconeros también trabajan en aeropuertos y en torneos de tenis incluso en Roland Garros. “También presto mis pájaros al Museo de Historia Natural de Toulouse, socio de la Universidad Jean Jaurès. Los científicos estudian el fuselaje, la aerodinámica. Recuerde que el Rafale, el buque insignia de los aviones de combate franceses, es una copia de un Halcón Peregrino. »

Thimothé participa en la conservación de la biodiversidad a través de programas de reintroducción de aves rapaces en diferentes regiones del mundo. El problema es que los cetreros pagan estas acciones de su propio bolsillo, y no se prevén ayudas gubernamentales ni europeas. “Boréale, Gran Duquesa de Siberia, enviará a su descendencia a su tierra natal. Más de 30.000 de estas rapaces han muerto este año a causa de la ola de calor. Y nuestros jóvenes nacidos aquí ahora están mejor adaptados que las aves nativas. “Participar en el reasentamiento es tanto un orgullo como un deber para él, a pesar del exorbitante coste de 500€ por reasentamiento.

Otro uso es derribar drones. Con la tecnología, esta nueva actividad está cobrando impulso. El Ejército utiliza 7 Águilas en Burdeos y París, 3 de las cuales son medallistas por su actuación. Las águilas son más pesadas (de 7 a 9 kg) y muy rápidas, y localizarán y recuperarán drones (algunos de más de 1 m de ancho) sospechosos de espiar o transportar ojivas.

Thimothé Heck, amante de las aves rapaces, príncipe del aire, acaba de escribir un libro autoeditado, The Fauconnier’s Compendium, que verá la luz a finales de septiembre.

Contacto o 06 324 60 49 95.

Geraldo Yero

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