Cada vez que sale a la carretera, Chuy provoca sorpresa y miedo en su camino. A sus 41 años, finalmente se ha acostumbrado a las miradas curiosas y, en ocasiones, a los insultos que acompañan cada uno de sus movimientos desde la infancia.
Jesús Aceves, apodado Chuy, sufre una enfermedad muy rara, hipertricosis o “síndrome del hombre lobo”: tiene la cara llena de pelo. “¿Por qué Dios me hizo así?” ¿Por qué no soy como los demás? “, se preguntaba este mexicano desde pequeño.
En la escuela, soportó burlas, palizas y, por diversión, tirones del vello facial. A los 13 años se refugia en el alcohol y empieza a trabajar en un circo con dos de sus primos, que padecen la misma mutación genética.
A lo largo de la historia, en todo el mundo sólo se han registrado unos cincuenta casos de hipertricosis. Trece de estos casos -siete hombres y seis mujeres- pertenecen a una misma familia, originaria de Loreto, estado de Zacatecas (centro de México).
Hombres lobo modernos entre la fascinación y la patología
No sufren ningún síntoma más que este vello facial, pero les resulta muy difícil ir de compras, ir a trabajar, hacer amigos o encontrar un alma gemela.
El mexicano Jesús Aceves es conocido como “Chuy el Hombre Lobo” debido a su enfermedad de hipertricosis. pic.twitter.com/vMDbNw57mD
-Mario Goldman (@MarioVGoldman) 1 de octubre de 2015
“No debería ser así, pero lamentablemente esa es la realidad. No te damos oportunidades sólo porque eres diferente”, dice a la AFP este hombre de voz cálida.
Sin diploma y con un rostro que le cerraba las puertas, Chuy no encontró otra salida que trabajar en circos, donde apenas ganaba 8 dólares al día. En particular, trabajó en el “Circo de los Horrores” de Londres.
Esta vida circense de más de veinte años lo perjudicó y minó toda su autoestima, dice, “pero sólo lo noté más tarde porque al principio era bueno”.
Tu hija sufre la enfermedad.
Allí conoció a su esposa, que no padece la misma enfermedad, con quien tuvo una hija de 13 años que había heredado esta hipertricosis. “Tuve suerte, encajamos bien”, dice Chuy, que lleva varios meses recogiendo botellas y cajas en la calle.
Para los hombres, esta enfermedad es un problema, pero para las mujeres es aún peor. Sin duda ante la dificultad de aceptar la paternidad, su pareja la abandona cuando quedan embarazadas, como lo muestra el documental de un año de duración “Chuy, el hombre lobo” de la directora mexicana Eva Aridjis, pasó uno y Media gente sigue a esta familia con la esperanza de cambiar de conciencia.
Para los mexicanos, el caso de Chuy recuerda inevitablemente la triste historia de Julia Pastrana, una mujer de una etnia indígena de Sinaloa (norte) que padece esta enfermedad genética y tiene rasgos faciales simiescos y fue conocida en Europa en el siglo XIX. como la “mujer mono” o la “mujer más fea del mundo”.
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