Lo conocimos en el festival Lowtech en Concarneau el verano pasado. En otoño volvió a hacerse a la mar para navegar hacia el desierto de Baja California, México, al que llegará a finales de octubre. Allí se instalará durante 4 meses con Caroline Pultz para una experiencia llamada “Biosfera, Cápsula en un Ambiente Árido”.
“Viviremos en una especie de tienda de campaña común a todos los seres vivos. Son 60 metros cuadrados, un exoesqueleto de madera con una lona tensada. ¡Algún tipo de capullo de oruga, diría yo!
En este capullo habrá varios metros cuadrados de plantación hidropónica, varios metros cuadrados de cultivo de espirulina, una granja de grillos, otra de moscas soldado negras, setas, etc. También se introducirán algunos granos, legumbres y aceite como insumos al sistema. Pero todo en su interior se transformará en una especie de ecosistema autónomo de cero residuos que solo produce recursos.
La proximidad al mar proporciona 40 litros de agua desalada gracias a la energía solar. La energía también es generada por otros dispositivos de baja tecnología ya probados a bordo del Nomad des Mers. Por ejemplo, Corentin de Chatelperron nos mostró un aerogenerador hecho con una imprenta.
“Lo descubrimos en Senegal. Estos son los motores que mueven las hojas a través de la impresora, motores realmente pesados. ¡Éste ha cruzado varios océanos!”
Este pequeño motor eléctrico está conectado a cuchillas, en realidad tubos, que se cortan de una manera específica. Cuando hay viento, genera electricidad y recarga las baterías de las computadoras viejas. Gracias a estas baterías externas, puedes cargar faros, hacer funcionar un hongo nebulizador…
“Creando una imaginación de baja tecnología”
Después de las pruebas en Nomad des mers, el equipo del laboratorio de baja tecnología quiere probar estas soluciones en un entorno árido, cada vez más común en la Tierra, con sus severas limitaciones.
“Llueve un día al mes en promedio. Las temperaturas son bastante altas durante el día y bastante bajas por la noche. Estaremos bajo estrés y esto teóricamente estimulará nuestra creatividad. El 41% de la superficie del planeta ya se considera tierra seca. Una de cada tres personas ya vive en estas áreas, por lo que es interesante estudiar este entorno”.
Los dos “conejillos de indias”, Corentin y Caroline, están siendo monitoreados por expertos, especialmente a nivel médico, para comprobar su salud física y mental y demostrar que en estas condiciones extremas, con tecnologías simples, podemos vivir bien. Sobre todo, el experimento quiere intentar cambiar la imagen un tanto arcaica de estos low-tech: hacerlos deseables y convencerlos de que son nuestro futuro desarrollando una nueva visión del futuro.
“Al crecer, en los años 80 y 90, el futuro para mí eran los autos voladores, la colonización de otros planetas… Así que un mundo realmente de alta tecnología. Queremos crear la visión de un futuro de baja tecnología. Estamos tratando de imaginar cómo podríamos vivir dentro de cincuenta años si impulsamos el progreso en esa dirección”.
La experiencia también dará lugar a una serie web y un documental que será emitido por Arte.
Para más: la página de la experiencia “biosfera, cápsula en un ambiente árido” en el sitio web de Low Tech Lab.
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