Víctor Terán tenía 14 años cuando su padre le sugirió elegir un deporte: el fútbol o charrería, una equitación típica de los ganaderos del estado de Jalisco, en el occidente de México, también cuna del tequila.
Y Terán cabalga desde hace tres años con su traje de vaquero pasado de moda, sombrero, corbata finamente bordada, espuelas, chaqueta a la medida y pantalones ceñidos.
El joven aprendió el arte del lazo y los rodeos en la Escuela Municipal de Charrería, que abrió en Tlajomulco cerca de Guadalajara en 2016.
En ese año, la Unesco incluyó la práctica de los gauchos mexicanos en su “Patrimonio Inmaterial de la Humanidad”.
“La charrería es una práctica tradicional de los ganaderos en México”, explica la Unesco, hablando de una “tradición que también se ve como un deporte”.
Ubicada en el suroeste de Guadalajara, la academia brinda clases gratuitas a cien estudiantes, incluidas 22 mujeres y algunos extranjeros.
Dos veces tres horas a la semana, los jóvenes entrenan en el arte de las cuerdas de yegua y toro, y luego montan.
Las jóvenes aprenden el arte de las “escaramuzas”, es decir, las figuras del jinete y del rodeo, que están reservadas exclusivamente para las “charras”.
Utilizan una montura especial llamada “albarda” que está diseñada para que ambas piernas descansen del mismo lado del caballo.
“Empecé a los cuatro años”, dice Alma de la Torre, de 20 años, vestida con el traje tradicional de Adelita inspirado en los luchadores de la Revolución Mexicana (vestido holgado, blusa ceñida, sombrero de ala ancha).
Folclore, espectáculo, la “charrería” puede rendir frutos. “El mejor charro del país puede ganar 150.000 pesos al mes ($7.515)”, afirma Víctor Hugo de la Torre.
“Cualquiera puede aprender, independientemente de su nacionalidad”, dice.
La “charrería” fue popularizada en la música por los “mariachis”, estos músicos tradicionales que tomaron prestados los mismos trajes de los vaqueros mexicanos.
La leyenda de la llamada música ranchera, Vicente Fernández, fue llamado el “Charro de Huentitan” en vida. Murió el 12 de diciembre a la edad de 80 años tras una caída en su rancho donde criaba caballos.
“Especialista en Internet. Friki del café sin disculpas. Experto en redes sociales galardonado”.