¿Deberíamos abolir el Estado, ese horizonte insuperable de nuestras ideas políticas?

Un anarquista apasionado por los reyes santos. La prueba de hace unos años. Brindemos por los reyes. (La tormenta, 620 páginas, 35 euros) quizá os haya sorprendido. Ya no, y David Graeber (1961-2020), coautor del estudio con Marshall Sahlins (1930-2021), ciertamente juega un papel importante en este nuevo espíritu de la época. Con James Scott, que ahora tiene 86 años, se encuentra en los orígenes de la antropología anarquista, cuyo objetivo es la crítica radical de las formas de poder en nuestras sociedades contemporáneas. Y especialmente su encarnación: el Estado. De la burocracia a la deuda, de los embriones estatales neolíticos a la arqueología de la soberanía, estas dos figuras de la disciplina han participado en la renovación de este concepto central de nuestros sistemas políticos.

Más allá de esta corriente, toda un área de las ciencias sociales aborda el tema en la interfaz de la antropología, la arqueología, la historia y la filosofía política. “Vivimos un momento de cuestionamiento sobre el Estado en el contexto de la hegemonía del neoliberalismo”observa el sociólogo Christian Laval, coautor en 2020 de Dominar. Panorama general de la soberanía estatal en Occidente (La Découverte) con el filósofo Pierre Dardot. “El Estado aparece hoy como una institución incapaz de responder a los problemas: las aspiraciones democráticas, el terrorismo, las desigualdades y, sobre todo, la crisis ecológica”decide el filósofo Edouard Jourdain.

Por ello, las ciencias sociales están pensando en cómo salir del estancamiento político. Pero también en el ámbito académico, subraya el antropólogo Philippe Descola: “El Estado se ha convertido en un horizonte intelectual insuperable. El pensamiento contemporáneo es muy pobre porque es parte del doble linaje del liberalismo y el socialismo, que tienen en común la separación radical de las personas del resto del mundo. »

James Scott investiga esta ceguera destructiva El ojo del estado (El Descubrimiento), obra publicada en 1998 pero no traducida hasta 2021. El profesor emérito de ciencias políticas y antropología de la Universidad de Yale examina la obsesión de los estados modernos por la racionalización y el control rentables del territorio y de los individuos que lo habitan. Del estado civil a las normas métricas, de la introducción de los catastros a las lenguas: James Scott ve las acciones del Estado como una simplificación violenta de la realidad “para darle una forma más legible y una administración más cómoda”. El antropólogo se centra en particular en las experiencias de modernización brutal del siglo XX.mi siglo, como la colectivización soviética, las reformas agrarias en el sur y el asentamiento forzoso de aldeas en Tanzania. A sus ojos, todas estas experiencias llevan la huella de una ideología “Alto modernista”lo que conduce a la destrucción de una red de conocimientos vernáculos que se ha ido construyendo a lo largo de siglos.

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Camila Tobia

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